La peor parálisis no es la física sino, la que está en el pensamiento cuando creemos que no podemos hacer tal o cual cosa; derribemos esos límites, ampliemos nuestras fronteras y no seamos de mentes escasas que Dios nos ha dado mucho más de lo que necesitamos. Primero, entendamos por límites a esas fijaciones mentales negativas que impiden los resultados que esperamos y que pueden ser objetos, personas o imágenes. Estos obstáculos o límites pueden darse a través de:
1. Límites a través de objetos: Es increíble como la gente confía en una pata de conejo, una mata de sábila o un futbolista en una camiseta especial para un partido o los mismos cristianos que ponen la biblia en un lugar especial abierta en el salmos 91.
2. Límites a través de las imágenes: La idolatría es causa de la ruina de mucha gente. ¡Cuántas veces oímos decir: "así se ha hecho desde hace 100 años y se seguirá haciendo igual"! Busquemos a Dios para vivir bendecidos aquí, en la tierra.
3. Límites a través de personas: No debemos esperanzarnos en los padres, el marido, el estado o terceros porque el único proveedor es el mismo Dios quien establece sus propios medios. Librémonos de la gente, trabajemos con ella pero, con nuestra esperanza fija en Dios (Jer. 17:5-7).
4. Límites a través de los otros: Este tipo es el más común. Los "otros" son las personas que nos formaron (papá, mamá, la primera pareja, el primer profesor, el primer jefe de trabajo, etc.) y sin querer, nos avasallaron y ahora, no somos lo que queremos ser sino, lo que otros quieren que seamos. Solo decimos: "yo lo hago porque así lo hacía mi papá". Rompamos con este límite que no sería rebeldía sino, dar un paso adelante, sin perder el respeto por los padres o autoridades.
Rompamos todo yugo de esclavitud o mal formación de la infancia, juventud, primeras experiencias (Gál. 5:1); agradezcamos lo que nos enseñaron pero, perfeccionémonos.
5. Depender del concepto de los demás: Los puntos anteriores se centran en nuestro pasado; éste, en nuestro presente e incide con la capacidad de tomar nuestras propias decisiones. Evitemos ser de esas personas que preguntan ¿cómo me queda este saco o dónde compro esto, aquí o allá? Así, matamos nuestra creatividad. Podemos pedir consejo pero no depender de lo que digan los demás.
6. La teoría como límite: Algo establecido se puede convertir en un límite o ídolo; comúnmente decimos que tal persona tiene 25 años de experiencia y olvidamos que al mejor panadero se le quema el pan en el horno. También decimos: "en teoría deben asistir 2.000 personas pero, solo vienen 6". Desecha toda teoría que no te trae buenos resultados (Mat. 3:10) y confía más en tu Dios con una fe inteligente que así será más fácil romper estos límites. La teoría es para especular y es buena pero, no es la base de nuestra vida o prosperidad.
7. Los prejuicios: Es una creencia enorme generalmente negativa. Dios no es prejuicioso y sin embargo, muchos cristianos lo son (1 Tim. 5:21).
8. La inconstancia: (Sgt. 1:8) ¿Qué tan constante somos al tratar de mejorar nuestras empresas, trabajo, estudios, hogar? La inconstancia es una zorra que acaba con nuestra cosecha y vence lo que la dicha no alcanza. Solo recuerda que nuestro trabajo, bajo la cobertura del Señor, no será en vano (1 Cor. 15:58) porque Él nos bendice cuando hacemos su voluntad:
9. Miedo al fracaso: (Prov. 29:25) Los sicólogos afirman que las personas fracasan en un 90% debido al temor que sienten a emprender algo nuevo en sus vidas. (Job 3:25) El temor no nos deja avanzar porque nos paraliza y nos estancamos, por tal razón, dejamos de abrir una tienda o sucursal o no exportamos nuestros productos y no acepamos nuevos retos; este sentimiento nunca viene de Dios sino del enemigo. Es muy distinto cuando el Espíritu Santo nos guía porque quiere sacarnos de una determinada situación.
10. Dudar de nuestras capacidades: (Mat. 25:14-30) Si uno duda de sus capacidades, no será mucho lo que Dios le pueda dar. La capacidad en Dios es ilimitada porque es el don que Él nos dio para obrar con excelencia y cuando obramos con esas capacidades, el trabajo fluye y no se nos hace difícil ni nos agobia. Basémonos en los principios del reino y rompamos todos estos límites que nos impiden alcanzar nuestra prosperidad financiera.