¿Sabes lo que significa el contentamiento en Dios? Éste es un secreto dentro del cristianismo debido a que pocos lo tienen. A ver, dime a cuántos cristianos conoces realmente contentos y satisfechos?? Yo, a muy pocos, generalmente, paran acongojados y seriones y esta actitud no le hace ningún favor a la fe. El contentamiento en el Señor también es una actitud como resultado de tener algunas convicciones que veremos a continuación.
Existen cristianos a quienes no les importa en absoluto los bienes materiales mientras tengan un hueco donde dormir y aceptan su pobreza como si fuera divina voluntad. En el otro extremo, se encuentran los adinerados con tanto y lo mejor de todo lo que la actual sociedad de consumo puede ofrecer, con verdaderos palacetes alucinantes en vez de casas y con autos a precio de casas.
Y estará allí el contentamiento??? Teniendo en cuenta la cantidad de consumo de ansiolíticos y alcohol…mmm… ¿tú qué dices? Encontrar una actitud justa y equilibrada ante la actual sociedad de consumo es una cuestión de sabiduría. A pesar que la mayoría de los mensajes de Cristo se dirigieron a los ricos, las Escrituras no enseñan que la alternativa sea la pobreza. Y es que el dinero simplemente es un instrumento para la ejecución del plan de Dios.
Entonces, cabe la pregunta: ¿qué es el contentamiento que no se encuentra en la riqueza ni en la pobreza? El contentamiento es conocer el plan de Dios para nosotros y, eso sí, tener la convicción para ejecutarlo; el contentamiento está en saber que la paz de Dios es mayor que los problemas que podamos tener. Sin embargo, nos dejamos embaucar por los afanes de la cotidianidad, encontramos nuevos objetivos e invertimos el orden de prioridad, postergando el plan de Dios para nosotros (Mar. 4: 18-19).
Esta actitud del contentamiento (porque es una actitud) se obtiene como resultado de tener algunas convicciones y disciplina personal que veremos a continuación:
1. Seguir un estilo de vida equilibrado: es fundamental desarrollar un estilo de vida basado en sólidas convicciones y no en circunstancias pasajeras para que no seamos como hoja que el viento lleva (2 Ped. 3:11). Esas convicciones deben desarrollarse entre la pareja y Dios. Ahora, un hogar disciplinado, con sólidas convicciones y en prosperidad es mejor testimonio que la prosperidad en sí; y esa prosperidad debe servir para traer al inconverso a los pies de Cristo.
2. Acostumbrarnos a dar: (Mat. 25:40) el mismo Dios quiere que velemos por nuestros hermanos más necesitados. Sin ir muy lejos, quizás encontremos a alguien a quien dar. En todo caso, existen muchas organizaciones cristianas encargadas de recolectar y dar a quienes realmente necesitan; y viendo las carencias del más desposeído, valoraremos más lo que tenemos. Salvaríamos vidas y almas!!
3. Establezcamos prioridades: ojo, no es lo mismo urgente que importante; con mayor frecuencia, la prioridad en la vida es hacerse rico lo más rápido posible. Este hecho solo revela, en realidad, que la gente carece de prioridades en su vida. Las prioridades deben establecerse de acuerdo con el plan de Dios para nuestras vidas. Y si nos preocupáramos más por las necesidades espirituales de nuestra familia, pasaríamos más tiempo con ella y dejaríamos de quejarnos no porque nos vaya mal sino, porque al otro le va mejor.
4. Seamos agradecidos: (Stgo. 3:14-15) frente a la ambición desmedida por derroches y extravagancias con que el enemigo nos atrapa, lo mejor que podemos hacer es darle gracias a Dios y alabarle. No esperemos acumular bienes materiales para ser agradecidos, ya que el agradecimiento es un estado mental, una actitud.
5. Rechaza el temor: el temor en sí ya es castigo y con él no hay contentamiento. Muchos son los cristianos que viven atemorizados por el ...y si ocurriera tal cosa... o porque no viven en la abundancia. Si ese es nuestro caso, será mejor aprender a vivir sin esa abundancia para vencer al temor y descansar en las promesas de Dios.
6. La voluntad de Dios: (Fil. 3:8) busquemos la voluntad de Dios para nuestras vidas. Si alineamos nuestros principios de vida a los principios de su reino, créeme, no habrá discrepancia entre su voluntad y nuestros deseos, aspiraciones, gustos ni talentos pero, ojo, solo si alineamos ambos principios (los suyos y nuestros) porque así, tendremos, Dios y nosotros, la misma perspectiva.